lunes, 24 de enero de 2011

NARCISO Y OFELIA

En las limpias aguas del rio, Narciso se inclinaba, observaba su imagen durante horas, le molestaba terriblemente el suave viento que distorsionaba su imagen, las ondas del agua provocadas por la dulce corriente le contrariaban y procuraba encontrar pequeñas pozas de agua quieta y cristalina. Su rostro aparecía impecable, sólo algún pececillo le deformaba la boca al pasar por su reflejo.De pronto una corriente inusitada inundó la charca de nenúfares y lirios, Narciso buscó el punto exacto dónde hacía unos segundos había dejado sus ojos, allí estaban moviendose asustados.No se reconocía en el agua agitada, esperó la calma concentrado en sí mismo , justo en su retrato y boca con boca, de entre las flores emergió un rostro que pareció besarle. Era de una perfección extraordinaria, un rostro marmóreo y violeta, con la mirada repléta de cielo líquido.Era Ofelia, su vecina de 15 años, llevaban unos días buscándola. Nunca la había visto tan bella.





                                      

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