lunes, 17 de enero de 2011

LAS CASITAS





En aquella casa había tres baños de mármol, con bañeras no, con piscinas y fuentes. Cuatro cocinas, con islas y neveras de dos puertas. Los jardines se extendían kilómetros y kilómetros, un laberinto en el centro y setos de conejitos rodeándolo, "llego tarde" ponía en la entrada.  En su fachada cinco puertas principales de acceso, cada una de un color, de distintos tamaños y estilos. ¡Qué bonita la de acceso para gatos!, ¡con molduras de pan de oro!. A las habitaciones infantiles se accedía por toboganes y en alguna de ellas había hasta diez camas con dosel, por si vienen las amigas. En el garaje espacio para una veintena de coches y efectivamente veinte coches aparcados, entre ellos algunos descapotables rosas.
Las dos primas, de siete años, cerraron las revistas de decoración de sus madres, ya sabían dónde iban a vivir el resto de su vida, también estaban convencidas de que iban a ser altas y rubias cuando crecieran. 

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