jueves, 3 de marzo de 2011

de cómo se conocieron el chico preparado y la princesa de la liendrera de oro


Sólo era una intervención rutinaria de hipertrofia de adenoides, todo bien, lo extraordinario de aquel día fue lo que los médicos encontraron en las vías respiratorias de aquella niña.
Era imposible que un objeto de ese tamaño hubiera llegado hasta allí y mucho más desalentador resultaba el hecho de que ninguna de las placas de rayos X detectara el más mínimo atisbo de metal en su nariz. Pero allí estaba, ante la mirada estupefacta de todos aquellos hombres de ciencia, un objeto del tamaño de una tarjeta con dos hileras de púas relucientes a cada lado.
El silencio reinó en el quirófano, todos escudriñándose temerosos de ignorar alguna enfermedad extraña que generara la producción de cálculos metálicos nasales. Sonó sólo el estruendo del objeto ya limpio en la bandeja y la voz resuelta de la enfermera que depositándola en la mesa dijo:-Es una liendrera –se la llevó a la boca y cómo calibrándola con los dientes continuó –Es una liendrera de oro macizo.
No se habló más del tema, metieron la liendrera en un tarrito de muestras de orina y se la dieron a la niña que la miró feliz y orgullosa, sabiendo mejor que nadie lo útiles que son las liendreras de oro para las princesas en general.

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-Nadie lo ve hay que joderse – dijo mientras llenaba la bañera hasta los topes.
Él, que era un niño listo, estuvo siempre preparado…Sabía qué hacer en caso de pandemia de todos los virus y de aquel con nombre de letra y del otro desconocido, aunque en realidad los nombres y los virus le importaban una mierda. Sabía lo que le pasaba a la gente que no estaba preparada y sobretodo sabía que ante un ataque zombi lo primero que ocurriría era un corte en el suministro de agua, casi todo lo demás ya lo había adquirido en la ferretería.
Estaba preparado para terremotos, huracanes y apocalipsis varios. Para lo que no estaba preparado de ninguna manera era para una pediculosis de aquel calibre...

1 comentario:

  1. Me muero por la próxima entrega. Porque nos seguirás contando, ¿no?

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