No se trata de enumerar ahora la contraindicación de esta manía para cualquier persona sujeta al tiempo y el almanaque. Ni los actos fallidos, ni los problemas neurológicos importan como explicación plausible. Ella era despistada, incluso alguna vez, fuera de aquel lapsus semanal acudió a alguna cita sin cabeza y al volver a casa la encontró sola y triste a medio maquillar delante del espejo.
Lo curioso sucedió cuando descubrió, en lo alto del cuarto de la azotea, una trampilla en el techo y al abrirla quedó sepultada por un aluvión de cajas de kleenex y nolotiles y bragas... allí habían ido a parar todos sus despistes. Después de aquello, las semanas normales se intercalaban con otras compuestas sólo de lunes y a veces, ocasionalmente, tenía citas de tres o cuatro cabezas.
Me ha gustado mucho Nira. Muchos, a este ritmo, terminaremos así.
ResponderEliminarMe gusta!!!
ResponderEliminar