salieron a bandadas
los hombres que amé
alzándose en el aire
vacío
las alas del olvido
deconstruyéndome
el rostro
poco a poco
huyeron
peregrinos
en una migración extraña
hacia otros vientres
sin pretéritos
más fértiles supongo
y sentí el alivio culpable
de los verdugos jubilados
ni siquiera los conté
que la lluvia les regará el rostro
de las lágrimas mías
se fueron como una nube
de humo negro
a otros balcones sus nidos
otros
a mí
claveles, gitanillas
la carne de gallina de presente
los dos ojos tuyos
tu imagen sola
habitándome a sus anchas
ahora los espejos
se parecen mucho
a mí.
Menuda preciosidad!
ResponderEliminar